No son horas fáciles. En pocos días nuestras vidas han dado giros vertiginosos. Nuestras rutinas se han desvanecido y la incertidumbre no nos da tregua. Cuesta trabajo imaginar el día de después. Pero no hay duda, llegará, y ahora lo que toca es ser valientes y disciplinados. Valientes en el sentido de dar lo mejor de nosotros mismos y disciplinados para hacer lo que toca hacer más allá de apetencias.

Sí así lo hacemos veremos el final de esta crisis antes y con mejores resultados que si nos dejamos llevar por automatismos y desánimos (no debo salir pero me busco triquiñuelas; teletrabajo y empiezo a las doce del mediodía; como más de la cuenta; no me muevo más que del sofá a la cocina, y de la cocina al sillón del despacho, y vuelta al sofá y de ahí a la cama; podría buscar formación online pero me hincho a series…).

Puede que las líneas anteriores sean un poco exageradas, pero mantener la fuerza los primeros días es fácil. La cuestión es asumir que viviremos días muy grises y por eso toca persistir en esas rutinas desde el más genuino convencimiento de que con buenos hábitos también ayudamos a vencer a este infeccioso virus, que va camino de encerrar bajo techo a los 7.700 millones de humanos que habitamos el planeta. No deja de ser una gran ironía que un microorganismo nos tenga en jaque, ironía que nos llama a la humildad y a hacer las cosas bien. ¿Cómo? Se me ocurren unas cuantas claves que en mi caso aplico desde el día cero:

Crea hábitos saludables. No estamos acostumbrados a estar en casa y menos aún todos juntos todo el tiempo. Es una gran oportunidad para generar los contextos que nos hagan sentir en un ambiente cálido y protector. Recomiendo levantarse temprano, hacer estiramientos, no perdonar la ducha y desayuno con los más madrugadores, así como las costumbres familiares que nos ayuden a estar cohesionados. Me hago cargo de la gran variabilidad de realidades.

Teletrabaja con sentido. En estos días se multiplican los consejos y recomiendo leerlos. Sé que funciona vestirse de forma que nos sintamos bien; tener un lugar (si es posible) exclusivo de trabajo; marcarse un horario y explicar al resto de la familia lo que necesitamos para poder cumplir con nuestro compromiso laboral, sabiendo que la adaptación no es cosa de una semana.

Cuida tus emociones. La actitud lo es todo en la vida, y desde una actitud positiva los logros están más cerca, simplemente, porque no nos ponemos zancadillas a nosotros mismos. Así que conviene informarse de manera rigurosa, mantener un optimismo moderado, y no permitir que las emociones negativas como el miedo, la ansiedad o la frustración dicten nuestras palabras y dirijan nuestras acciones. Desde la negatividad, la desidia y el desorden, el confinamiento se puede convertir en “un infierno” que francamente no merecemos. Es suficiente con afrontar la situación tal y como es sin echar más leña al fuego. No obstante, lo óptimo es sacarle partido y buscar siempre el lado bonito y positivo a lo que suceda.

Da lo mejor de ti, sé altruista. Cualquier acción con generosidad rinde más. Desde recoger la cocina con los estándares más altos de nuestra pareja a buscar el momento para compartir con nuestros hijos con dedicación exclusiva hacia ellos, a hacer esa llamada a nuestras personas mayores que sabemos llevará tiempo porque ellos lo necesitan, a facilitar lo que sea a quien sea.

Apuesta por enriquecerte vitalmente. Podemos utilizar este tiempo de muchas maneras, sin embargo creo que la más interesante pasa por hacer aquello que nos enriquece, desde buscar formaciones que necesitemos o nos ap asionen, a donarnos a nuestras personas y, colaborar positivamente como podamos en nuestros contextos…

Son días difíciles… A estas horas muchos han perdido a  seres queridos, o están en primera línea de acción o ya no tienen trabajo… Los más afortunados veremos los toros desde la barrera pero atención que hacerlo así será la diferencia para que haya menos contagios y veamos el fin antes.

Esta crisis tiene que servirnos para convertirnos en mejores personas y crear sociedades más resilientes. Si tal y como dicen los expertos, esta solo es la primera emergencia pandémica de muchas otras, tenemos que aprender para que en la siguiente no cometamos ni uno de los errores que sí hemos cometido en esta.

Desde la valentía, el altruismo, el aprendizaje y la disciplina vivir con la incertidumbre como seña de identidad será más fácil. Al fin y al cabo, la vida es cambio, así que hagamos del cambio la excusa perfecta para aprender a dar lo mejor de nosotros mismos venga lo que venga y pase lo que pase.

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Carlos Recarte

Socio fundador de Recarte & Fontenla. Más de 20 años en consultoría de executive search y desarrollo directivo, en renombradas firmas como Korn Ferry-Hay Group, Garrigues Human Capital y Overlap, liderando proyectos para grandes corporaciones y empresa familiar en diversos sectores.