“Espalda fuerte, con corazón suave y mano de hierro en guante de seda”. ¿Extraña propuesta? Puede que sí, aunque según pasan los días me parece una fórmula óptima para un liderazgo en tiempos de máxima incertidumbre, como los que vivimos estos días, primero con la crisis del coronavirus y hoy todas las tensiones geoestratégicas que pueblan el mapa de la incertidumbre a escala global.
Escuché esta frase por primera vez en una de nuestras reuniones; una colaboradora cercana la propuso como clave para muchas de las situaciones que vivimos hoy día. Según dijo, la había leído en un post y pertenece a una maestra budista llamada Joan Halifax. Inevitablemente, esa frase evocó a nuestra conocida “mano de hierro en guante de seda”. El caso es que no pudimos dejar de hacer interrelaciones entre una y otra. El resultado es este análisis de las fortalezas de esta unión entre oriente y occidente.
Espalda fuerte. Una espalda fuerte simboliza a una persona sin miedo al esfuerzo y valiente, además de comportarse con una gran entereza en las situaciones difíciles y resiliencia, esa capacidad para seguir adelante con la mejor predisposición a pesar de las dificultades y los momentos duros.
Así las palabras claves que me evoca son valentía, esfuerzo, entereza, resiliencia. Cualidades imprescindibles en un líder de ayer, hoy y mañana.
Corazón suave. Un corazón suave habla de empatía, de tener la capacidad de ponernos en la piel de los otros, de perdonar sus errores, de sentir compasión ante el sufrimiento de los demás o los malos momentos, de saber ser amable a pesar de las circunstancias.
Empatía, compasión, perdonar, amabilidad son como mínimo los atributos de un corazón suave igualmente imprescindibles en el confuso mundo que hoy vivimos.
Mano de hierro en guante de seda. Una mano de hierro habla de voluntad, de determinación, de conseguir los propósitos, y también de poner límites, de ser rigurosos y no dejarnos arrastrar por el todo vale. Pero con guante de seda, es decir con sentido de la realidad y conciencia del impacto en las personas, que implica educación, respeto e indulgencia.
Voluntad, determinación, poner límites, rigor, educación, respeto e indulgencia sin duda son comportamientos muy deseables en cualquier entorno que se distinga por una buena convivencia con valores claros, pero también con líneas rojas claras.
Finalizo esta reflexión confiando en que contribuya a cultivar el liderazgo y la resiliencia, tan necesarios a nivel de sociedad, empresa y directivos en estos días.