Cómo tener siempre a punto tu brújula profesional

por | 14 Jul 2022 | Futuro del trabajo, Liderazgo, Talento

La vida profesional está sujeta a muchos vaivenes que resultan de la conjunción de la propia evolución y madurez con el devenir de la propia actividad o de la empresa a la que se pertenece en su travesía por los mercados, todo ello aderezado con el azar. No obstante, es vital ser consciente del momento en que te encuentras, acaso intuyéndolo, para poder reaccionar con agilidad en el caso de un revés profesional, o bien para reorientarte mientras estés a tiempo. 
¿Qué se puede hacer, cómo puedes anticiparte, cómo prepararse? Reflexionemos despacio.
La vida profesional es una carrera larga con infinidad de etapas, picos y valles, cuestas y recesos. A lo largo del camino te encuentras con el gozo, la satisfacción, el reconocimiento y la recompensa, pero también con el desencanto, la ingratitud, el malestar y a veces hasta con la ignominia…

Precisamente porque vivimos momento a momento, de vez en cuando, conviene parar y así poder visionar el conjunto. No olvidemos que se trata de una carrera de fondo, por lo que es necesario cultivarse en la resiliencia, en saber salir adelante en todo tipo de situaciones sin dejarse abrumar por la presión del corto plazo. Las prisas llevan a tropiezos, a errar en decisiones, que pueden tener mucha trascendencia.

Una mirada atrás

Lo usual es llegar al mundo profesional muy condicionado por el entorno familiar. Incluso, pese a la igualdad de oportunidades, destacar en los estudios también depende del entorno familiar. La elección de la carrera universitaria también está influenciada por lo que nos rodea. Quitando los casos de disciplinas muy vocacionales, la decisión es muchas veces un puro descarte. Aquí tiene gran influencia las carencias del sistema educativo que no facilitan la toma de decisiones.

El primer trabajo a menudo es fruto de una acumulación de circunstancias muchas fortuitas. Por un lado, la influencia de la tradición familiar (abogados, ingenieros…); por otro, el puro azar, ya que suele haber un gran desconocimiento de los sectores económicos y de las actividades funcionales. Aún así, en estos primeros lances, se empiezan ya a vislumbrar las habilidades para ir orientando nuestra carrera. Se empieza a desarrollar el olfato, la astucia de identificar aquello que más nos gusta, que normalmente será en lo que podrás brillar.

Busca el norte en tu brújula

El mundo del trabajo en todas sus versiones de cuenta ajena o cuenta propia, está siempre acompañado de un ciclo de arranque, desarrollo y consolidación. Es una pendiente que crece en experiencia y responsabilidad pero que no es lineal, al contrario es un trazado ondulado con subidas y bajadas, picos y valles que corresponden a los distintos momentos de la verdad; podemos hablar de ciclos.

Cada nuevo empleo, o bien tu siguiente asignación profesional, lleva siempre aparejado un descubrimiento en la fase inicial, seguido de un crecimiento que va desarrollando la actividad a medida que se domina y se llega a una consolidación. ¿Qué ocurre en este momento? Es probable que tras alcanzar esa cima y tras mantenerse en ella durante un tiempo más o menos largo, según cada caso, pueda venir luego un declive originado bien por la falta de motivación, o pérdida de interés, o sencillamente porque la tarea o proyecto ha cumplido ya su cometido. Esta situación conduce a una nueva ocupación y por tanto a un volver a empezar.

La hora del cambio

Los cambios profesionales maduros suelen estar vinculados a la culminación de un ciclo, bien de desarrollo propio o bien por la propia empresa o actividad, por no hablar de los avatares del entorno económico. Lo importante es ser consciente de que ese ciclo llega a su fin para poder anticipar cuál será el próximo paso. Si estás preparado para ello, el cambio será una oportunidad. Si te coge con el pie cambiado o bien si no eres capaz de verlo venir, puede suponer un gran shock o incluso un gran retroceso.

Dado que la actividad profesional es un continuum hay que procurar anticipar los cambios para orientar adecuadamente el tiro. Saber parar y apartarse para reflexionar. Es imprescindible la introspección, el análisis de dónde estoy, qué me gusta, qué echo de menos, qué más puedo hacer, qué me pide el cuerpo.

No querer verlo venir es causa luego de grandes males. El parón en seco obliga a replantearse a marchas forzadas la propia carrera profesional al margen de que a la postre termine aportando un gran crecimiento personal.

Creo que el camino profesional no debe dejarse a la improvisación. Aunque siempre hay oportunidad para rectificar el rumbo, la factura de los errores es más alta a medida que se avanza en experiencia.

Es conveniente dejarse asesorar por los que te conocen de cerca en todos los ámbitos, la parte personal tiene un peso muy importante, lo cual involucra a la familia y a los amigos. Y la parte profesional pone en el circuito a orientadores, coaches y a personas influyentes que por su responsabilidad o recorrido puedan tener una visión más amplia. Eso sí, también hay que dejar espacio para que te oriente tu propia intuición, al fin y al cabo la decisión siempre será tuya.

No sé si somos dueños de nuestro destino pero desde luego sí somos los protagonistas, no actores de reparto. La responsabilidad de llegar a nuestra meta siempre es nuestra. Ten siempre a punto tu brújula profesional y vital. ¡Feliz viaje!


Este artículo vio por primera vez la luz en Equipos y Talento.
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