«Se necesitan hombres para un peligroso viaje. Salario bajo, frío glacial, largas horas de completa oscuridad. Es dudoso que regresen a salvo. En caso de éxito, recibirán honores y reconocimiento».
El famoso anuncio con el que Ernest Shackleton trataba de reclutar a los mejores hombres para su expedición Imperial Transantártica, supuestamente publicado en la prensa londinense en 1914 –y al que se dice que respondieron más de 5.000 candidatos–, es probablemente una leyenda, pero lo que no es una leyenda fue su gran gesta que aun fracasando triunfó: no llegó a su destino pero volvió con todos sus hombres vivos, tras vivir en condiciones extremas. Su compromiso, sus valores, su esfuerzo, su visión… Su capacidad de liderazgo lo hizo posible, creó una cultura organizativa que las 23.337 empresas que se disolvieron el pasado 2020 ya hubieran querido tener.
Crear una empresa, rodearse de los mejores y hacerla sostenible, a la luz de los datos, también puede ser un peligroso viaje, y más en los días que vivimos, con retos explícitos en los ODS y con culturas que si quieren ser longevas tendrán que hacer de los criterios ESG, por su siglas en inglés, su carta de navegación. Dato: menos del 18 % de las empresas creadas en 1990 permanecen activas (Fuente: Informa, business by data).
Como decía Peter Drucker, padre del management, “La cultura se come a la estrategia en el desayuno” (Culture eats strategy for breakfast).
La covid parece el despertador dispuesto a avisarnos de que hoy necesitamos hombres y mujeres en todas las posiciones, las más altas y las más bajas, con una gran resiliencia, capacidad de liderazgo y trabajo en equipo, guiados desde la generosidad y valores humanistas.
Vivimos en un mundo inmensamente diverso que nos toca cuidar y con opciones para realizarnos más allá del momento histórico. Si somos capaces de mirar un poco más lejos (Shackleton en nuestros entornos), veremos formas altruistas o no de colaborar con grandes gestas, que ojalá en un tiempo solo sean historia.
Responsabilidad y unión
La pandemia nos ha llevado a un gran punto de inflexión en el que se han acelerado los retos que ya planeaban sobre nosotros: globalización, transformación digital, transición ecológica, sin olvidar la apuesta por la investigación y la innovación.
Sin embargo, no podemos obviar que el momento actual es de gran dificultad. En todas las instancias se percibe un desgaste en el plano emocional que es necesario afrontar. En estos tiempos los líderes empresariales más que nunca han de inspirar y tirar hacia arriba. Se precisa sacar fuerzas de flaqueza para poder avanzar.
Apelar a la responsabilidad, a la unión, al deber moral es algo propio de situaciones de crisis. El panorama económico que hoy tenemos requiere precisamente eso. Es necesario afrontar la situación con realismo, sin edulcorarla, porque de ese modo se podrán comprender las fuertes decisiones que han de tomarse y la organización tendrá una referencia para estar preparada ante la dificultad.
El progreso de una empresa no depende únicamente de factores económicos, que comprenderían aspectos como el mercado y el contexto geopolítico, la necesidad que satisface un determinado producto o servicio, así como la forma en la que se comercializa y el desempeño de la competencia. No hay que olvidar que la pandemia ha cuestionado nuestra seguridad, así como nuestro modo de vida, lo que indudablemente repercute en la viabilidad de muchas actividades económicas tal y como están hoy planteadas.
No solo es gestión empresarial
La buena salud de la empresa tampoco depende únicamente de la necesaria gestión empresarial que en estos tiempos ha de estar muy enfocada por un lado a la eficiencia interna y optimización de recursos y, por otro lado, al crecimiento, una vez que se ha realizado un replanteamiento estratégico para asegurar que la empresa apunta en la dirección correcta.
La salud de la empresa depende también y, sobre todo, de las personas que la integran, de la confianza que depositan y de su entrega y motivación para hacer que las cosas sucedan. Este sí que es un elemento diferencial y es el que requiere de la máxima atención.
Hacer todo lo posible por parte de todos y desde luego especialmente por los de arriba, sin escatimar el menor esfuerzo con espíritu de servicio y con orientación al logro, puede ser el modo para conseguir superar las dificultades.
Como diría el gran Shackleton: «Las dificultades son, simplemente, cosas que hay que superar».