Carlos Recarte, socio director de Recarte & Fontenla, es contundente: los rumores son negativos porque conducen a la distracción. Los del tipo «la empresa va a cambiar de presidente y además es un “killer”», que los hay, pueden desestabilizar mentalmente al trabajador que le dedicará más tiempo a esos comentarios que a trabajar.
Nuestro socio además hace una clasificación de las personas más proclives en enredarse en este tipo de acciones: «Los empleados más tóxicos suelen ser los primeros en difundir rumores. Los miedosos, los que buscan su momento de protagonismo o los que quieren hacer daño a la empresa, son los perfiles de quien está detrás de las informaciones de dudosa veracidad».
En este link se puede acceder al reportaje completo en el diario La Razón con la opinión de otros expertos, realizado por la periodista Rosa Carvajal.

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