Formar un comité directivo es una de las cosas más difíciles a las que se han de enfrentar los máximos ejecutivo. La clave es asegurarse de tener a los que sí deben estar y no incluir bajo ningún concepto, (esto no es el equipo de fútbol del colegio) a los que harían descarrilar el proyecto. El equipo ha de tener a los miembros adecuados para el propósito que se le encomienda. Y el propósito (más allá de la literatura empresarial) es saber tomar las mejores decisiones para guiar el futuro de la compañía.
Por tanto, lo primero es asegurarse de que los miembros del comité entienden y pueden representar a la totalidad de la empresa. Tiene que quedar muy claro y asumido que no son los representantes de una división de la compañía o de una función concreta. Cuando uno de los elegidos se sienta en la mesa del comité de dirección, representa, piensa y vela por los intereses de la totalidad de la compañía. Si no, ese comité se convierte en una especie de mercado, donde cada uno de los miembros simplemente intenta proteger sus intereses particulares, generalmente, a expensas del interés colectivo. Y eso ya sabemos cómo acaba.
La investigación demuestra que los equipos buenos, malos o regulares tienen más o menos el mismo nivel de capacitación técnica de sus miembros, lo que los diferencia es que sean capaces de tener en cuenta la totalidad de las necesidades de la compañía. Y para lograrlo, ¿qué factores hemos de tener en cuenta?
Pensamiento conceptual
Tiene que haber personas en ese comité con la capacidad de sintetizar información compleja de fuentes diversas y sacar las implicaciones. Se trata de poder incorporar las ideas de muchos y crear un nuevo entendimiento de las situaciones a partir de los puntos de vista, las percepciones, las ideas y los datos de los miembros del equipo. Por eso es esencial que al menos haya un par de buenos conceptualizadores, y que sean capaces de escuchar, integrar y sintetizar como forma de ayudar al equipo a buscar soluciones nuevas a los problemas presentes y venideros.
Empatía
Pero empatía entendida, en primer lugar, como la capacidad para comprender el contenido de lo que están diciendo los otros miembros del equipo. En segundo, entender el significado que están dándole a lo que están diciendo y, en tercero, la capacidad para percibir y ser sensible a los sentimientos que los integrantes del comité de dirección están poniendo en sus mensajes.
Estas tres habilidades harán que el CEO tenga una reflexión abierta sobre lo que le están diciendo los demás y lo sepa contextualizar. Son el lubricante que hace que la conversación en el equipo, por intensa que sea, siempre resulte productiva, que no derive en ataques personales o en bloqueos. Sin empatía los miembros del equipo sienten que no son entendidos y, entonces, es cuando las dinámicas internas se convierten en complejas y poco productivas.
Cuando hay empatía, los equipos son capaces de hacer un trabajo espléndido y de tomar decisiones sólidas, incluso cuando alguno de los miembros no está presente en el comité, tiene confianza plena en los demás y sabe que han tenido en cuenta sus necesidades y sus percepciones.
Integridad
En este caso la integridad no trata solo de no robar, que por supuesto, sino que suma tres comportamientos básicos:
- Ser capaz de poner sobre la mesa los temas que afectan a la empresa y no eludirlos para evitarse problemas o solo discutiéndolos en petit comité.
- Mantener la confidencialidad. Cuando tienes un miembro de un equipo de dirección que se dedica fuera del comité a expandir rumores y a criticar, es muy poco productivo.
- Y hacer lo que dicen que van a hacer. Es decir, si el equipo toma una decisión, todo el comité colabora activamente en la implantación de esa decisión, en línea con los valores, la cultura, la misión que son propios de esa organización y de ese equipo.
Todos estos elementos son cruciales para tener una autoimagen bien formada, para desarrollar la capacidad de ver por encima de la propia parcela y percibirse a uno mismo como un líder global corporativo y no como un líder funcional.
El pensamiento conceptual, la empatía y la integridad son la piedra Rosetta para seleccionar a los miembros de un comité de dirección, junto con saber librarse de los descarriladores. Pero de esto hablaremos otro día.
¡Ah!, y nunca dejar la formación y el desarrollo, así como la capacidad de trabajo en equipo… ya que, si no seguimos creciendo, comenzaremos a decrecer como individuos y como comité.