Carlos Recarte reflexiona en esta tribuna en Expansión sobre un tema muy personal: la capacidad que como personas tenemos que desarrollar para conocernos mejor, para saber cuáles son nuestros límites o debilidades, pero también nuestras fortalezas. Defiende Recarte: » El autoconocimiento es fundamental para nuestro desarrollo personal y profesional, realmente la asignatura transversal de una vida con sentido. No obstante, la realidad es que aunque la mayoría de las personas creen que se conocen, lo que a menudo vemos es lo contrario».
A continuación la puede leer en su totalidad:
«Serían casi las nueve de la noche y, francamente agotados, no pudimos evitar reírnos. No sé quién de los dos (estaba con mi socio) bromeó con el templo de Delfos y el polvo que debía tener su famoso frontispicio. Aclaro: llevábamos varias semanas de jornadas inmensas con entrevistas a muchos candidatos. No era un perfil fácil el que buscábamos, pero ese no era el tema, sino la conclusión a la que llegamos: no más del 25 % de las personas que entrevistamos realmente se conocían a sí mismas.
Nos llamó la atención porque invertir en construirnos, en ser la clase de persona que queremos ser, en conocernos… es uno de los pilares del éxito en la vida y sin lugar a dudas en un proceso de selección. El autoconocimiento es fundamental para nuestro desarrollo personal y profesional, realmente la asignatura transversal de una vida con sentido. No obstante, la realidad es que aunque la mayoría de las personas creen que se conocen, lo que a menudo vemos es lo contrario.
En mi experiencia, y desde muy joven, he reconocido una clara tendencia a engañarnos y a creernos nuestras propias mentiras, culpando a factores externos para justificar nuestras malas decisiones y fracasos, cuando lo inteligente sería reflexionar, probar diferentes perspectivas y aprender de nuestros errores. Esta extraña realidad (el autoengaño) la vivo a menudo entrevistando a candidatos. Es habitual encontrar incoherencias entre lo que nos cuentan y sus juicios de valor; lo que transmiten y percibimos, y lo que nos trasladan cuando pedimos referencias a superiores, compañeros y colaboradores.
Un error fatal es pretender ser quien no eres. Hemos visto a muchos ejecutivos fracasar al tratar de emular a los grandes líderes. Lo importante es ser auténtico, saber que somos proyectos en construcción, aceptarnos, aprender a cambiar y, sobre todo, ser honestos con nosotros mismos. La mente humana rara vez opera de manera racional y nuestros juicios no están libres de sesgos, ignorando las pruebas contradictorias y forzando a nuestros pensamientos a ajustarse a nuestras explicaciones iniciales. Por el contrario, cuanto más nos conocemos, más confianza, creatividad y libertad tenemos. Tomamos decisiones más acertadas, construimos relaciones más sólidas y nos comunicamos de manera más efectiva. El autoconocimiento también nos aleja de la mentira y
el engaño, permitiéndonos ser mejores profesionales. Y, si ocupamos posiciones ejecutivas, seremos líderes más efectivos con empleados más satisfechos y compañías más rentables.
Los líderes más exitosos buscan retroalimentación crítica frecuente. Como alguien comentaba: “La retroalimentación es el desayuno de los campeones”. Y, por nuestra experiencia en entrevistas con ejecutivos, hay una gran diferencia entre los profesionales que trabajan su autoconocimiento y los que no dedican tiempo a ellos mismos. En este sentido, un empleador que invierte en el desarrollo personal y profesional de sus empleados, a través de los múltiples talleres y formatos que hoy existen, experimentará un aumento en la productividad y el compromiso de su organización.
En definitiva, no importa cuánto progresemos, siempre deberemos seguir conociéndonos y sacando lo mejor de nosotros mismos, porque saber lo que no sabes es un gran activo».
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